Lily
Dunn es una escritora inglesa que conoció muy bien la comuna principal, ya que su padre
vivía ahí y seguido la llevaba los fines de semana, y sobre lo que ella vio en
ese lugar, a continuación se los transcribo:
En
1981, el mismo año en que Osho se mudó a Rajneeshpuram, mi padre dejó Londres
para ir a Medina, que era la principal comuna de Inglaterra. Medina
era una gran casa señorial con acres de bosques situada en el condado de Suffolk, donde vivían y trabajaban
hasta dos cientas personas, y esto hasta 1985 cuando todas las comunas se vieron
afectadas.
Los
viernes de manera esporádica, nuestro padre nos recogía a mí y a mi hermano de
la escuela y nos llevaba allí el fin de semana. Salíamos del auto con nuestro
uniforme escolar, y nos encontrábamos acorralados por un grupo de niños de la
comunidad, desaliñados y delgados, con ropa que no les quedaba bien.
Me
perturbé cuando ellos me lanzaron preguntas sobre mi escuela, mi edad y si ya había
llegado a la pubertad. La indirecta del sexo que cruzó sus caras me emocionó y a
la vez me asustó.
Ante
mi insistencia, papá me compró una chaqueta marrón rojiza y cordones morados en la
tienda de la comuna. Y en nuestra próxima visita, traté de mezclarme con ellos.
A
la gente le gustaba bailar en Medina. Ellos decían que era otra forma de
meditación y de rendición. Cuando los sannyasins (los seguidores de Osho) bailaban,
ellos cerraban sus ojos, balanceaban sus cuerpos y los brazos los tenían sobre
sus cabezas.
Mi
hermano y yo pasábamos esos momentos en una esquina, demasiado avergonzados
para unirnos a su estado de trance. Y mientras los adultos formaban una multitud
sudorosa, los niños de la comunidad buscaban su propio entretenimiento: ellos se
deslizaban por los pisos resbaladizos, o se perseguían unos a otros por las
escaleras, o corrían descalzos por el césped.
Mi
vida se alternaba entre esos dos extremos, entre la rigurosidad de la escuela y
mi hogar, y la locura de Medina.
En
su libro de memorias “Mi vida en naranja”
(2004), el fallecido Tim Guest captura vívidamente la vida en Medina: "Como
hijos de la comuna, nuestro papel era escapar, desinhibirnos, decir que sí,
lucir lindos, inocentes e incorruptos".
Y
muchos de ellos parecían ser eso, su confianza era radiante, pero también había
historias escalofriantes. Por ejemplo, ellos contaron de historias de sexo con
menores de edad, de drogas duras y de no tener toques de queda. Los padres
seguidores de Osho eran alentados a entregar a sus hijos al cuidado de la comunidad.
Mis
recuerdos de Medina son de espacios abiertos, comidas comunitarias, bailes,
flautas, incienso, pero sobre todo una sensación de querer pertenecer.
Pero
también hubo una ira creciente en el compromiso de los adultos de rendirse a un
perpetuo estado de alegría. A veces había dientes apretados detrás de esas
sonrisas.
Con
mi chaqueta marrón di vueltas por el césped con los otros niños. Pero en
nuestro aburrimiento, nos arrastramos hasta la sala de terapia, y miramos a
través de los huecos en las persianas opacas, riendo mientras nos alejábamos y
nos escondíamos. Esperamos en silencio a que se abrieran las puertas, y
sentimos la explosión de sangre y sudor cuando salían las parejas.
Pero
luego todo cambió: un hombre nos descubrió y agarró a uno de los niños y lo
arrastró de regreso a la sala vacía, sujetándolo sobre un colchón rojo. Nos
paramos en la puerta, con miedo en nuestras gargantas, para verlo epretar al
niño con las rodillas y envolver sus manos alrededor de su cuello, gritándole
en la cara.
- "Te
estás riendo, ¿eh? Ahora te mostraré quién se está riendo."
La
escuela en Medina era caótica y colorida, y aunque el inglés y las matemáticas
eran obligatorios, todo lo demás era opcional.
"Depende
de los niños, ellos son los que nos guiarán", fue el enfoque general de la
enseñanza. El aprendizaje más importante tenía que ser en la vida misma: "los
niños deben aprender unos de otros y de los adultos que los rodean", era
su lema.
Solo
que los adultos ahora parecían estar en regresión, ya que incluso a veces se
vestían con pijamas y caminaban por los jardines acariciando a los ositos de
peluche y hablando de manera infantil.
Algunos
años después, solo que ahora dirigiendo una comuna en Toscana, Italia. Mi padre
debía escribir un libro llamado “Wonder Child” (1989). Un libro de autoayuda
para adultos, que ofrece una guía para encontrar el "mundo mágico de la
inocencia y la alegría que hay dentro de nosotros y nuestros hijos".
En
ese libro mi padre celebraba la capacidad que tiene un niño para vivir en el
presente con toda su belleza, y siguiendo las palabras de Bhagwan, él también
repudiaba la tendencia de los padres a establecer reglas. Él escribió: "Esto
es lo que mata a la inocencia".
Y
es por eso que se alentó a las familias que criaron a sus hijos dentro de las
comunas de Osho a que vivieran separados de ellos. A los cinco años de edad, ya
estaba prohibido que los niños durmieran con sus padres. Y además se consideró
que los niños obstruían el desarrollo personal de sus padres. Por lo que se
alentó a muchos hombres, incluido mi padre, a hacerse una vasectomía al unirse
al movimiento; y también muchas mujeres fueron esterilizadas, algunas cuando
eran jóvenes.
En
una serie reciente de artículos para The
New Republic, Win McCormack, autor de “The Rajneesh Chronicles” (2010),
escribe que entre los miles de seguidores que vivieron y trabajaron en
Rajneeshpuram durante los cuatro años de su existencia, no nació un bebé dentro
de la comuna.
¿Y qué hay de esos
niños que ya habían nacido?
La
madre de Tim Guest habló de como ella había creído que la comunidad sería el
mejor padre para su hijo. Pero según Tim, él sintió que había pasado toda su
vida de puntillas, buscando a su madre en una multitud cada vez más oscura.
La
única vez que nuestra madre visitó Medina, ella lloró. La suya fue una elección
difícil: ¿debería cortar sus lazos con nuestro padre para protegernos, o
permitirnos negociar ese camino rocoso con la esperanza de que tuviéramos la
sabiduría de rechazarlo nosotros mismos?
Instintivamente
ella sintió que Medina no era un lugar seguro para nosotros. Aún así, ella tenía
miedo de las consecuencias si nos impedía ir, temiendo que al privarnos de
nuestro padre, quisiéramos estar aún más con él.
Durante
esos fines de semana en Medina, el ambiente estaba rodeado de sexo. No era un
momento exacto o una revelación en particular, sino que estaba a mi alrededor
todo el tiempo, a través de las muestras de cariño, de los gestos, o en la
conversación entre los adultos, pero también entre los niños: cosas inapropiadas
que se decían, ruidos nocturnos. Aprendí que el sexo podía ser indiscriminado y
que el amor no necesariamente significaba monogamia; que los niños también lo
hicieron entre ellos y también con los adultos.
Papá
y su novia italiana se quedaron juntos durante su tiempo en Medina. Pero
durante las muchas horas vacías que mi hermano y yo pasabamos esperando fuera
de la sala de meditación, jugando a Donkey Kong en nuestras consolas, vimos a
nuestro padre seguido acariciando a otras mujeres.
Papá
nos dijo que ellos estaban en una relación abierta y consensuada, pero luego me
encontraba con su novia desnuda y furiosa, a punto de arrojar a su Buda de
mármol por la ventana.
Cada
vez que los visitábamos, ellos se mudaban de habitación. Mi hermano y yo dormíamos
en el centro de meditación activa, pero no podíamos dormir la mayor parte de la
noche a causa de las risas histéricas y sollozos que se escuchaban todo el
tiempo, y también a veces dormíamos en el ático comunitario, donde los futones
estaban divididos solo por ligeras mantas púrpura y donde las parejas copulaban
abiertamente.
Una
vez subí por las escaleras buscando algo olvidado, y ahí me encontré a un
hombre follando con una mujer, mientras ella se encontraba recostaba en una
nube de aburrimiento cósmico, entreteniéndose leyendo un libro.
Osho
pensó que la perversión sexual estaba detrás de todas las enfermedades
mentales, y que la civilización reprimía la "energía vital" al considerar
al sexo como un pecado. Y es por eso que las relaciones a largo plazo estaban
mal vistas: "todos se la pasan copulando con todos todo el tiempo",
escribió mi padre.
Pero
los niños no fueron venerados por su capacidad incontaminada de estar
presentes, de ser libres, como lo pretendía mi padre y su gurú; en realidad
ellos fueron pisoteados
En
su libro, Tim describe el año en que Medina cerró, y cuando muchos de los niños
que habían vivido allí se fueron a vivir al Rancho de Rajneeshpuram en Oregón. Ellos
aterrizaron, probablemente hechizados, aturdidos y mareados por su tamaño y
clima extremo, pero solo para ser victimas de los pedófilos. Y esa comuna
también estaba al borde del colapso, por lo que la atmósfera habría sido
paranoica y agresiva.
En
su libro Tim escribió:
- "Ese año, el
verano de 1984 en el Rancho, muchos de los niños de Medina perdieron su
virginidad; niños y niñas de diez, de nueve y de ocho años, en carpas sudorosas,
a altas horas de la noche y a media tarde, con adultos y otros niños. Recuerdo
que algunos de los niños discutían sobre con quién ya había follado, y a quién,
o quién los follaría o no."
Lo
que me sorprende aquí es que los niños no fueron venerados por su pureza, su
capacidad incontaminada de estar presentes, de ser libres, sino que fueron abusados.
La inocencia se pierde violentamente.
En
su discurso, Osho afirmó: "Una vez que su propia comprensión del amor
florece, no hay ninguna cuestión de apego". Él se refería a las tribus
aborígenes indias tradicionales cuyos adolescentes, de 13 a 14 años, en la
cúspide de la madurez sexual, tenían relaciones sexuales con todos y cada uno
de sus compañeros antes de establecerse en un matrimonio. Y Osho añadió: "Con
una condición, y esta es una condición hermosa, que ningún niño debería
acostarse con [la misma] niña durante más de tres días. ... Para que así no haya
celos y no haya espíritu competitivo".
Es
difícil rastrear el discurso de Osho sobre la iniciación sexual, pero mi padre
lo habló como si fuera algo bueno. Me informó de líderes que iban a la comuna
para darles a las jóvenes su primera experiencia sexual. Quizás esta iniciación
era vista como una red de seguridad para que las muchachas fueran guiadas por
un hombre más sabio y experimentado, pero también es algo terriblemente
artificial y perverso.
Y
también vale la pena señalar que no se mencionan las bandas itinerantes de
mujeres mayores que se aprovechaban de los muchachos más jóvenes. Y también había
hombres que me miraban a mí de manera libidinosa mientras que yo jugaba en
Medina, sin intentar ocultar su deseo sexual. Ellos le decían a mi padre: "Ella
es linda, ella va a ser una belleza". Y él me decía: "Les gustas mucho",
como si fuera algo normal.
Mi
madre tenía razón al preocuparse.
El
movimiento de Osho fue un movimiento que prosperó con la provocación, y los
sannyasins se hicieron enemigos en todas partes donde ellos se establecieron.
Su conflicto con el gobernante en Pune culminó en un ataque con cuchillo; más
tarde, los sannyasins de Rajneeshpuram en Oregón buscaron expulsar a los
residentes del pequeño pueblo cercano de Antelope a través del acoso y la
intimidación.
Y
cuando el Rancho de Oregón cerró, solo cuatro años después de su creación,
Bhagwan fue deportado de regreso a la India con una multa de $ 500,000, y evitando
por poco la prisión por eludir la ley de inmigración para organizar matrimonios
falsos.
Mientras
tanto, en un intento de manipular los votos en una elección local, Sheela quien
era su mano derecha, dirigió un complot para envenenar a los residentes en el
asiento de condado local con salmonella, el primer ataque bioterrorista en
suelo estadounidense. Sheela fue encarcelada más tarde.
Utilizando
imágenes antiguas tomadas en el interior de las salas de terapia, que son violentas,
molestas y salvajes, los hermanos Way en el documental de Netflix “Wild Wild Country” muestran el lado oscuro
de la vida de sannyasin.
Hay
historias de abuso sexual y físico, de jerarquías lideradas por la posición
social y financiera. Hay acusaciones de manipulación mental, que las terapias
fueron diseñadas no para que los sannyasins se liberaran y se conocieran mejor,
sino que perdieran el discernimiento y el juicio.
¿Era también por eso
que Bhagwan era tan antagónico hacia los niños?
Para
Osho, los niños no solo se interponían en el supuesto desarrollo de sus seguidores,
sino también en su devoción hacia él. Pero por el otro lado, él infantilizó a
los adultos haciéndolos débiles y dependientes de su gurú.
En
una ocasión busqué en un sitio web creado para aquellos que vivieron en Medina.
No está actualizado. La entrada de mi padre no dice que murió hace 10 años de
alcoholismo. Pero hay fotos borrosas de los niños que vivieron allí, y muchas
de ellas las recuerdo. Estudio esas imágenes y las apresuradas notas mal
escritas junto a sus caras. En la primera página, me sorprende leer: “Murió en
1997, después de una larga batalla contra las drogas”. Me desplazo hacia abajo
y ahí leo: “Murió de SIDA en Londres en 1994”. Me desplazo más hacia abajo:
Desconocido. Desconocido. Desconocido.
Había
una página de Facebook dedicada a una joven que había intentado revertir su
esterilización realizada en Pune, con solo 19 años, debido a que unos años
después ella se había enamorado y quería tener un bebé. Ella tenía 33 años, la
misma edad que yo cuando vi su anuncio y tuve mi primer hijo. Es un procedimiento
mucho más sencillo para un hombre revertir una vasectomía que para una mujer
revertir la esterilización. La pobre joven mujer se le complicó la operación y
terminó muriendo.
Desde
entonces he tenido conversaciones con algunos de los niños que se criaron en
Medina, y no quieren hablar de su infancia, como por ejemplo del abuso que tuvo
lugar en la escuela comunal, por uno de los maestros y que fue un escándalo;
pero también hay sospechas sobre mis preguntas, mueven su cabeza ante mis
consultas y me hacen un recordatorio de que yo solo estuve en las periferias.
Esta no es mi historia para contar.
Me
alejé con la sensación de que muchos de ellos no estaban bien; los pocos
afortunados, tal vez, tenían padres de alto prestigio en la comunidad, que a
menudo se equiparaba con dinero, y esto actuó como su protección. Y también soy
consciente de que no es fácil rechazar una parte tan profunda e intensa de tu
vida.
"Todos
pensamos que la familia en la que crecemos es lo normal", me dijo Bristow.
Y el psicoterapeuta estadounidense Daniel Shaw, quien pasó años en un culto, y
escribe sobre ello en Traumatic
Narcissism: Relational Systems of Subjugation (2014), dice que, incluso
entre aquellos que abandonan los cultos, un sentimiento común es la vergüenza hacia
ellos mismos, ceguera, hambre de creer y pena por equivocarse.
"Pensé
que le había dado a Tim la vida y la libertad que él ansiaba", dijo su
madre al periódico The Guardian en
una entrevista que le hicieron después de que su hijo había fallecido.
Tim
y yo nos volvimos a cruzar ya siendo adultos, y me impresionó su floreciente
carrera como escritor. En ese entonces él estaba saliendo con una amiga mía, y él
estaba encontrando en la vida establecida, un desafío, pero sé que estaba
luchando con tenacidad.
Perdimos
el contacto cuando esa relación se rompió, pero me alegró saber que algunos
años después, él se había casado.
Pero
entonces, de repente, había muerto. Una sobredosis accidental después de una
noche de fiesta. Él se encontraba solo, acostado en la cama con los auriculares
puestos, una lista de reproducción en rotación, las mismas canciones, una y
otra vez, lo dejaron vulnerable al poder de la trascendencia. Solo que esta vez
no fue a través de la meditación activa o la danza dinámica. No esta vez fue a
través de la rendición de un tipo diferente. Tim se refugió en el vicio para
llenar un vacío no cumplido. Similar a lo que finalmente se llevó también a mi
padre.
En
su intento de exorcizar el pecado del sexo, Osho creó su propia perversión. Y
buscando bloquear el resultado natural que produce la sexualidad, él fomentó la
vasectomía y la esterilización, "condenando la verdadera creatividad de
sus seguidores, ya que los niños son el producto
creativo del coito", dice Bristow. Pero también al tolerar el abuso hacia los
niños que supuestamente él y sus seguidores tanto veneraban por ser la encarnación de la inocencia.
Me
di cuenta de que mi hermano y yo tuvimos la suerte de haber tenido un hogar
convencional, que aunque seguido nos desagradaba por su rigurosidad, fue nuestro
castillo, con sus paredes gruesas y firmes (representadas por nuestra madre)
quienes nos impidió ser tentados por la vida hedonista que ofrecía Osho, y
terminar al igual que Tim y mi padre, hundidos en el dolor.
(www.aeon.co/essays/lost-innocence-the-children-whose-parents-joined-an-ashram)
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