Anna Silman es
una periodista que entrevistó a varias personas que estuvieron en la comunidad
de Osho en Oregón, y a continuación les traduzco lo que esas personas le
dijeron:
1. Rashid
Maxwell
Es un antiguo agricultor que luego
se volvió pintor y que actualmente vive en Inglaterra y estuvo en Rajneeshpuram
durante cuatro años.
Debido a mi experiencia agrícola,
fui una de las primeras personas en ir a ese rancho, y mi trabajo consistió en
volver a hacer cultivable la tierra que había sido totalmente descuidada y
sobreexplotada. Pero muy pronto tuve muchos desacuerdos con Sheela, nunca me
entendí con ella. De hecho, ella no me pareció que fuera inteligente, si era
muy astuta, pero no inteligente.
Por ejemplo, ella me dijo que
necesitábamos tener muchos pollos porque requeríamos de muchos huevos, y yo le
respondí que si, pero que necesitábamos tenerlos
esparcidos por todos lados. Y ella me contestó que no, que los tuviera todos agrupados en un
rincón.
Y yo le respondí que entonces se
incrementaría la probabilidad de que se enfermaran y que necesitaría darles
antibióticos. Y ella me contestó “¡Pues dales
antibióticos!” Y ese no era
realmente mi camino ya que yo era un agricultor orgánico.
Y hubo desacuerdos más profundos,
como por ejemplo cuando fui a visitar al tipo de zapatos Nike que aparece en el
documental de Netflix [el ranchero Bill Bowerman]. Tuve un contacto muy
agradable con él, fui a su rancho, hablamos sobre cultivar uvas y tener un
viñedo, y él me enseñó a enrollar los cigarrillos con una mano sobre un
caballo.
Por lo que yo no podía estar de
acuerdo con la agresión que Sheela le hacia a los vecinos, así que al poco
tiempo ella me sacó de la agricultura y me puso en la cocina a lavar ollas. Yo
estaba muy infeliz porque sentí que mi sueño de un paraíso ambiental se había
perdido, y mi trabajo se lo entregó a alguien que sería más obediente a sus
deseos.
No me caía bien ni confiaba en
Sheela, pero ninguno de nosotros tenía idea de lo que ella estaba haciendo en
secreto. Y después que todo se destapara fue inconcebible para nosotros y
estuvimos deambulando en un estado de shock durante varios días.
Y cuando vi el documental de
Netflix, me sentí bastante mareado al verlo. En realidad fue como una sensación
de náuseas. No apoyo mucho ese documental, la gente dice que está equilibrado,
pero a mí me pareció más a una película estadounidense masculina, puritana,
prodigada con los ingredientes habituales de sexo, armas y dinero.
Yo fui con Osho para que él me
quitara la alfombra que tenía debajo de los pies, el tipo de alfombra cómoda que
me dio mi familia y mi educación. Podría hablar para siempre sobre lo
importante que fue esa experiencia para mí. Actualmente tengo 80 años y me
siento tan feliz, tan abundante, tan libre, por lo que mi vida es tan alegre.
¡Y Osho es el responsable de todo
eso! Él hizo ese trabajo en mí. Y
también leí hace unos días que el 42% de los millennials dicen que practican la
meditación de un tipo u otro. Así que creo que es sorprendente que ese mensaje
por el que hemos peleado y luchado, no lo hayan entendido. La meditación fue la
herramienta que Osho nos dio: salir del ego y salir del ajetreado tráfico de la
mente.
(Observación de Cid: varios
individuos tienen un grato recuerdo de haber vivido en las comunidades de Osho,
pero muchos otros salieron muy lastimados; y Osho le decía a sus discípulos que
abandonaran su ego, pero él mostró tener un ego gigantesco al estar promoviendo
la adoración hacia su persona y llevar una vida de archi mega millonario.)
2. Hira
Bluestone
Es una asistente médica que vive
actualmente en Seattle y fue llevada a Rajneeshpuram por sus padres cuando ella
tenía 7 años y vivió allí hasta los 11 años.
Durante toda mi vida, la gente me ha
estado preguntando cómo fue vivir en ese rancho. Y al igual que si le preguntaras
a alguien cómo fue su infancia, yo les respondo que tuvo sus ventajas y
desventajas.
Por un lado dispuse de una tremenda
libertad, responsabilidad y la oportunidad de aprender cosas, como por ejemplo
ser mecánico de aviones cuando tenía 9 años. Pero al mismo tiempo era una
cultura opresiva y no había mucha educación escolar.
Había momentos en que teníamos
escuela, pero la escuela se alternaba y había una especie de elenco rotativo de
instructores y además era algo opcional, y eso era algo que realmente me
hubiera gustado tener.
Diría que hubo negligencia hacia los
niños, por el hecho de que los niños vivían en una casa separada de los
adultos, y hubo semanas en que algunos niños no vieron a sus padres. Pero no vi
abuso físico, aunque si hubo abuso verbal y mental.
Fue una experiencia poderosa que la
gente estuviera dispuesta a renunciar a sus vidas y crear ese oasis en el
desierto, y creó que esta energía realmente era una fuerza.
Muchos seguimos conectados ya que mi
mejor amigo es un Sanyassin del rancho. Pero también éramos un pequeño
microcosmos de la sociedad donde la mierda y la corrupción llegaron a la cima.
Creo que en última instancia, esa
comunidad estaba condenada al fracaso porque era una intensidad concentrada:
crecimos y luego explotamos. Y pienso que el documental estuvo muy superficial
porque solo se enfocó en los pleitos con el pueblo vecino, pero no mostró la
vida cotidiana que nosotros llevábamos y no nos mostró como personas sino como
exaltados.
(Hira Bluestone publicó varios
artículos que he traducido en el blog.)
3. Ma Anand
Bhagawati
Es una escritora que actualmente
reside en Indonesia y vivió en Rajneeshpuram durante cuatro años.
Los directores del documental
hicieron un trabajo bastante bueno, pero lo que no pudieron mostrar es por qué nosotros estábamos allí.
Todos estuvimos allí para llevar a cabo un viaje interior.
Hemos sido muchas veces mal
entendidos en la prensa y solo se muestran las cosas más espectaculares, como
los Rolls-Royce. Pero eso era una broma y Estados Unidos no la entendió. Aún
así es increíble y maravilloso que la gente se ría con nosotros.
La gente ama la ropa que teníamos.
Nos divertimos mucho con eso. Nos resistimos y lo usamos y no nos importó el
ridículo. La vida se trata de alegría y de diversión y de hacer lo que
realmente quieres hacer.
Yo viví allí durante cuatro años, y
también viví en el ashram de la India tanto en los años 70 como en los 80, y
también en una comunidad europea. Pero Oregón fue definitivamente diferente
porque ahí estábamos en tierra cruda, en tierra estéril, y ahí nosotros creamos
un oasis.
Era cotidiano vivir una vida muy
intensa y despierta, disfrutar de ese increíble paisaje, estar con mis amigos y
ver a Osho todos los días. Tenías que haber estado allí para sentirlo.
Tuve varios trabajos: uno que me
gustaba mucho era ser conductor de taxi y luego estuve encargada de las
relaciones con la prensa y me ocupaba de atender a los periodistas y a los
visitantes. La gente era muy curiosa; vinieron de todas partes.
La energía en toda la propiedad no
era oscura, pero algo comenzó a volverse extraño en el 85. No tenía idea de lo
que estaba pasando hasta que el asunto estalló.
Para mí, Sheela en el documental
tiene el mismo timbre de voz que tuvo desde los años 70. Y pienso que aún ama a
Osho, puedo percibir que todavía está conectada de alguna manera con el
maestro, pero ella se fue por un callejón muy oscuro.
Mi impresión de ella siempre fue que
era difícil abordarla porque ella estaba muy atrapada en su ego. Pero por otro
lado, sin ella y su energía y su dedicación no podríamos haber tenido todo eso.
(Los defensores de Osho le echan
toda la culpa a Sheela, pero quienes han investigado más profundamente el
asunto, están convencidos que Osho sabía todo lo que hacía Sheela.)
4. Leela
Es la directora del Instituto Osho
para las terapias meditativas, vive actualmente en Australia y residió en
Rajneeshpuram durante dos años.
Cuando llegué por primera vez a
América y me encontraba en el poblado de Antelope, me senté en el autobús
mirando a mi alrededor y pensé: ¿Qué
demonios estamos haciendo aquí?
Era obvio que nos habían llevado a
un lugar muy extraño para vivir como sanyassins, porque esa región se trataba
de personas de campo, muy asentadas en sus tradiciones y fuertes creencias, y
no se moverían ni un centímetro. Pero aún así nos habían llevado ahí para
bailar y ser alegres y construir una ciudad entera, y pude sentir que no iba a
ser fácil.
Inmediatamente fue obvio que
estábamos en un lugar muy difícil para llevarnos bien con los vecinos. Aún así
el primer año estuvo constructivo, aunque el contexto era extraño, porque
estábamos fuera de la India y no estábamos tan cerca como lo habíamos estado en
Pune. Y entonces la energía comenzó a cambiar.
Durante el primer año que estuve
allí, fui la coordinadora del taller de soldadura, y luego me trasladaron a
trabajar en los servicios legales. No sabía nada sobre derecho y no me gustaba
estar en el departamento de derecho, porque sentía que era como un juego mental
de guerra.
Mientras más pasaba el tiempo, más
seguí sintiéndome incómoda por muchas cosas. Había mucho secreto, mucha gente
tenía miedo de decir algo. Para mí, personalmente, se volvió bastante
estresante.
¿Te imaginas que comienzas en una
comunidad en la India donde creces y prosperas y compartes con los demás y te
desarrollas hermosa y espiritualmente, y ahora aquí estamos en un estado de
paranoia y tenemos una fuerza policial que nos vigila cuando estamos en la sala
de meditación? Fue demasiado raro.
¿Cómo me sentí
acerca del documental?
Solo vi dos episodios, y constaté
que ese documental de Netflix no se trataba de Osho, sino que se trataba de cómo
un grupo de personas llamado "culto" entró en un ambiente muy extraño
y amenazador, y luego lo que sucedió después, y todos dieron su punto de vista.
Para mí después que terminé de ver
el segundo episodio fue como “ya
suficiente”. No quiero ver todo el documental. Yo estuve allí y desde
cierto punto, no fueron días felices. No es importante en la gestalt lo que
Osho realisó y los millones de personas que indujo a efectuar meditaciones y
todavía lo están haciendo. Llevo 30 años haciendo esto con miles de personas en
todo el mundo. Ese fue su verdadera labor.
(Yo he leído a expertos en
meditación asegurar que las meditaciones de Osho no son muy buenas.)
5. Ma Ananda
Sarita
Es profesora de tantra en el Reino
Unido y vivió en Rajneeshpuram todo el tiempo que estuvo activo.
Estuve allí con las primeras 20
personas antes de que Osho fuera a vivir en el rancho y luego estuve allí hasta
que solo quedaban seis personas. Fue un momento súper positivo de mi vida.
Tomamos un desierto y lo transformamos por completo en un oasis, y esto solo en
cinco años.
La gente trabajaba 16 horas al día,
pero siempre cantaba, bailaba, abrazaba, reía y tenía relaciones amorosas. Era
un lugar muy vibrante, muy vivo y muy alegre. La mayoría de las personas que
estaban allí no tenían idea de los crímenes cometidos por Sheela y su entorno
cercano.
El documental fue muy conmovedor y
fascinante de ver. Intentaron ser muy equilibrados. Encontré que lo que faltaba
era más sobre Osho y el aspecto meditativo. Habían grupos de desarrollo
personal sucediendo todo el tiempo y venían personas de todo el mundo para
trabajar en sí mismos.
Para los forasteros que miran desde
afuera, ellos pensarán "oh, eso es un culto", pero ya sabes, el hecho
de que el gurú y el discípulo hayan sido un enfoque de la vida en la India
desde hace miles de años, y pienso que debería de haber sido menos dada la
atención sobre ese aspecto.
En los primeros días, estaba
trabajando en la casa de Sheela como limpiadora y más tarde me trasladaron a
trabajar en la oficina de prensa. Y ahí vi que las cosas iban en una dirección
no muy agradable con Sheela y las personas que la rodeaban. Vi que ella estaba
bajo mucho estrés.
Osho la había invitado a vivir en su
complejo, y él le aconsejó que trabajara durante el día, pero por la tarde
volviera a un espacio meditativo en su complejo, para dejar el stress atrás,
pero ella decidió no hacer eso.
Y cuando las personas están estresadas,
hacen cosas extrañas. Aún así era una situación peligrosa para las personas que
vivían allí, y pienso que Sheela estaba respondiendo a eso. Era como si ella
simplemente estuviera diciendo "Está bien, así es como quieren jugar el
juego, pues vamos a jugar el mismo juego".
(En realidad no fue el mismo juego,
ya que Sheela constantemente infligió las leyes de los Estados Unidos.)
6. John Jameson
Es un analista de escritura a mano
radicando en el Reino Unido, y visitó el rancho durante tres semanas.
Ver ese documental me emocionó tanto
que saqué mi mala (un collar tradicional usado por Sannyasins) y lo usé durante
un par de días, y ¡Dios mío! No me llevó
ni a la mitad de los maravillosos días embriagantes de ser un sannyasin.
Realmente fueron algunos de los años
más felices de mi vida. En general, pensé que esta era la mejor cobertura que
hemos tenido, aunque me pareció muy impactante en algunos aspecto.
Lo único que no me gustó fue que se
le dio tanto tiempo a Sheela, que es por supuesto, lo que ella adora, dado lo
egoísta que ella es. En mi opinión ella recibió mucha más atención en el
documental de la que merecía. Pero ella era el lobo feroz. Todo salió mal por
ella.
Solo estuve allí durante tres
semanas para la celebración de verano de 1988. Y no me gustó. Me desagradó ver
todas las armas, y pude constatar que para ese entonces el ambiente se había
podrido. Se sentía como una sociedad artificial para entonces.
El hecho de que Sheela ahora esté
manejando una casa de ancianos y cuidando a personas mayores me da mucho miedo.
Ella no está en condiciones de cuidar a las personas vulnerables. Y por
supuesto, eso era lo que ella estaba haciendo cuando era la jefa de esa
comunidad. Ella estaba supervisando a muchas personas vulnerables.
(Y por lo que dicen muchos testigos,
Sheela fue una verdadera tirana.)
7. Prem
Goodnight
Se encuentra retirado y vive
actualmente en Atlanta con su esposa Amido, y residió en el rancho durante tres
años.
Tuve dos trabajos allí. Hice la
venta y distribución de libros y también estuve en la Fuerza de Paz, que era
diferente de la Fuerza de Seguridad. La Fuerza de Paz era un cuerpo sancionado
por el estado de Oregón.
Lo que le falta al documental “Wild Wild Country” es que no expresa
como era la vida en Rajneeshpuram: las personas que trabajaban, jugaban,
meditaban, amaban y estaban en esa comunidad ecológica en medio del desierto de
Oregón. Muy poco de eso aparece en el documental, y para muchos de nosotros,
sentimos que eso era lo más importante.
Participé en el programa de
compartir una casa donde las personas sin hogar fueron invitadas a vivir en el
rancho. En una ocasión fui a un parque en Miami, y un tipo se me acercó y como
el pobre había tenido una traqueotomía, tuvo que hablar a través de un
dispositivo que tenía en la garganta.
Se acercó a mí y me entregó un
artículo periodístico sobre nosotros donde se informaba que llevábamos la gente
desamparada al rancho y él quería ir. Era un hombre mayor. Fue al rancho y ahí
lo vi muchas veces. De hecho, ese tipo se fue mucho después de que muchos de
nosotros ya nos habíamos ido. Se quedó hasta el final y hubiera estado allí por
el resto de su vida si hubiera podido.
Yo no le tenía miedo a Sheela, por
el contrario la respetaba y la valoraba. Iba seguido a saludarla y le daba
grandes abrazos, pero en cambio otras personas le tenían miedo. Las cosas
cambiaron mucho desde el punto de vista de la seguridad, después del bombardeo
del hotel. De hecho, podríamos sentir el peligro que había allí.
Una cosa realmente importante de
entender es que Sheela y su grupo fueron los encargados de crear esa comunidad.
Y la gente dentro de la comunidad no tenía idea de las fuerzas que estaban
tratando de evitar que la comunidad existiera.
El trabajo Sheela y su gente era en
proteger el rancho, y por supuesto, ella tenía su propio deseo de poder y el
deseo de mantener el poder. Pero no creo que sus actos hayan sido los de una
persona malvada. Fue simplemente la búsqueda de resolver problemas que la llevó
a optar por soluciones más y más desquiciadas.
Muchos de nosotros miraremos hacia
atrás y decimos que vivimos diez vidas en el rancho porque todo era muy intenso
y lleno de muchas oportunidades para ver tu propio ego en juego.
(También puedes estudiar tu ego sin
la necesidad de ser explotado por gente abusiva.)
8. Amido
Goodnight
Enfermera jubilada, vive en Atlanta
con su esposo Prem. Vivió en el rancho durante tres años.
Mi tiempo en el rancho no estuvo completamente
involucrado con ninguna de las administraciones en general, solo estuve
trabajando y estando con amigos. Realmente no era muy consciente de la
oscuridad que había ahí hasta después de que estaba muy, muy cerca del final.
Pero había una cosa que tenía que
hacer que si tuve dificultades para efectuar. Fui una de las personas que
salieron a invitar a los desamparados sin hogar. Pero en una ocasión alguien
desde la oficina en Oregón me ordenó que hiciera bajar a dos desamparados del
autobús cuando estábamos a mitad de camino para ir al rancho. Eran dos personas
que sentí que eran muy vulnerables y me sentí muy incómoda por tener que
abandonarlas.
Llamé varias veces para ver si podía
obtener una respuesta diferente, pero insistieron mucho en que las abandonara,
así que finalmente lo hice.
A pesar de ellos todavía estoy muy
agradecida de haber vivido allí y siento mucho aprecio por Osho. Creo que
después de ver el documental entiendo mejor ahora a qué se enfrentaba la
comunidad. Soy originaria de Inglaterra, por lo que no tenía absolutamente
ninguna apreciación de lo que había sucedido con los cultos en ese país, y por
lo que no tenía ninguna apreciación del peligro en el que nos encontrábamos.
Entonces pude ver que todas esas
fuerzas se juntaron contra Sheela, y aunque obviamente ella tomó algunas
decisiones muy controversiales, se podía ver que ella estaba tratando de hacer
todo lo que podía y que ella pensaba que funcionaría.
Mi recuerdo favorito de
Rajneeshpuram fue el viaje que hacía diario Osho con su auto. Entonces todos
dejábamos de trabajar y nos alineábamos y conversábamos entre nosotros
esperando a que Osho pasara con su Roll Royce. Fue como un momento sagrado.
(Ver como el gurú se divertía con
sus carísimos juguetes, mientras que sus seguidores dormían en el suelo, vivían
en tiendas de campaña y trabajaban como esclavos, no me parece que sea
realmente un “momento sagrado”.)
9. Surendra
Es una trabajadora social y
fotógrafa jubilada que vive en Japón, y estuvo en Rajneeshpuram durante nueve
meses.
Crecí en el East End de Londres, que
es un área muy congestionada y sin vegetación, por lo que fue maravilloso para
mí estar en los espacios abiertos de Oregón, ese era el territorio de los
vaqueros y de John Wayne. Aunque todo el tiempo estaba trabajando más de 12
horas al día.
Ver el documental fue impactante, yo
tenía una especie de duda de si había sido realmente tan malo y espantoso o
atroz [como resultó ser], como el envenenamiento por salmonella y el alcance de
las escuchas telefónicas y el intento de asesinar al médico de Osho.
No tenía idea de hasta qué punto
Sheela y el grupo a su alrededor estaban preparados para llegar.
Y la otra gran cosa que me
sorprendió es que parecía que el FBI y otras grandes organizaciones policiales
se estaban preparando para atacar el rancho con ametralladoras y helicópteros.
No tenía idea de que podría acercarse a una especie de baño de sangre, eso fue
aún más impactante que cualquier otra cosa.
Sheela era una Sanyassin inusual.
Ella era una dirigente con la habilidad de un político, y en cierto modo era la
única persona que podría haber hecho eso.
Pero habiendo dicho eso, no
señalaría con el dedo a Sheela, porque creo que ella estaba bajo una tremenda
presión desde afuera y quería proteger lo que ella amaba. Mientras que la
mayoría de los Sanyassins no tenían el temple para salir y desafiar y realmente
molestar a otras personas o ser muy provocativos.
Estuve allí durante el programa de
“compartir una casa”, cuando todas estas personas de la calle fueron transportadas
en autobús, y Sheela se estaba volviendo bastante activa políticamente en la
comuna.
Por primera vez estuve en reuniones
que en lugar de ser una especie de meditación de grupo, se estaban convirtiendo
en manifestaciones políticas con Sheela tratando de entusiasmar a la gente.
Ella estaba haciendo cosas que nunca antes había visto hacer a los Sanyassins,
y que en su mayoría éramos una especie de grupo más interno. Pensé, “bueno, ella tiene mucha energía, eso es
seguro”.
Lo de compartir una casa era algo
bastante inesperado. Yo estaba construyendo cercas en ese momento y de repente
me entregaron algunas de las personas que estaban en el programa de compartir
una casa, y me sentí realmente frustrada porque estaban fuera de foco.
Esas personas no estaban trabajando
y me quejé con uno de las jefeas (siempre tuvimos jefas, Osho puso a las
mujeres a cargo de todo) y esta jefa me dijo:
- “mira,
no se trata de producción, se trata de conectar y compartir nuestra comunidad y
compartir lo que sentimos.”
Terminé cuidando a dos chicos y
realmente creamos una amistad entre nosotros. Todavía recuerdo sus caras y su
tipo gradual de relajación: ellos estaban en un lugar seguro, no había crimen,
nadie los golpeaba, y tenían un lugar para dormir, comida y trabajo para hacer.
Todos éramos un montón de niños de
alguna manera, queriendo agarrar nuestras herramientas y salir a cavar agujeros
y poner cercas. Y como los niños pequeños tienen esa energía, nosotros tuvimos esa
energía. Pero creo que hubo una especie de actitud intermitente: nos parecíamos
demasiado a los niños juguetones y no sabíamos lo que sucedía en la comunidad
en general.
Mucho más tarde, hace unos años aquí
en Japón, escuché de alguien que dejó de ser un sanyassin porque le ordenaron
que le quitara la ropa a las personas desamparadas que habíamos recogido y las
estaban expulsando del rancho, pero él se negó porque hacía mucho frío.
Pienso que la mayoría de nosotros
solo vimos el lado positivo de las cosas en Rajneeshpuram, pero no el lado negativo.
(Sheela llevó a muchos desamparados
a Rajneeshpuram porque quería inscribirlos en el padrón electoral y que votaran
por su candidato, pero cuando el municipio se negó a registrarlos, Sheela los
expulsó del rancho.)
(www.thecut.com/2018/04/9-rajneesh-followers-on-what-wild-wild-country-got-wrong.html)
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